
Es difícil definir quien eres cuando estás en ese punto de tu vida en el cual no sabes si prefieres un color u otro, cuando no sabes que tipo de música te define o cuando ni siquiera puedes tomar una decisión tan simple como saber si te gusta más la montaña o la playa. Pensándolo bien, puede que no me gusten ninguno de los dos, y que mi lugar feliz en el mundo sea bajo mis sabanas, arropada hasta el cuello, con un libro en las manos, oyendo simple y únicamente mi respiración. Respiración que de vez en cuando se altera por "no sé que" y hace que mis ojos se llenen de lágrimas. Pero está bien. Puede que justo en ese momento sí sepa qué quiero y quién soy.
Sin embargo esos ratitos de cama no son tantos como deberían y me veo en la obligación de buscar otro rincón donde pueda hacer que mi respiración se vuelva irregular, mis ojos se llenen de lágrimas, y bajo todas esas lágrimas sonría, porque sé que a pesar de todo, a partir de ese momento las cosas mejoren, o que por el contrario, aprenderé a respirar con el nudo en la garganta sin sentir, necesariamente, que me ahogo.